Cristina Molina Petit

Cristina Molina Petit

31 de mayo de 2021

CRISTINA MOLINA PETIT: “CUANDO QUIERES ANULAR ALGO, COMO AL FEMINISMO, O LO NOMBRAS MAL USANDO EUFEMISMOS O LO MULTIPLICAS HASTA EL INFINITO”

LA FILÓSOFA, PERIODISTA, DOCENTE, INVESTIGADORA Y ESCRITORA, PROTAGONIZÓ RECIENTEMENTE EN LA CASA-MUSEO LEÓN Y CASTILLO EL CICLO ‘MÁS QUE MUSAS’

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Cristina Molina Petit

Cristina Molina Petit

La Doctora en Filosofía, periodista, docente, investigadora y escritora, Cristina Molina Petit, asegura que el feminismo está siendo atacado de varias maneras, ya que cuando se quiere anular algo, hay dos formas fáciles de hacerlo. Una de ellas es nombrarlo mal o con eufemismos como, por ejemplo, llamar trabajadoras sexuales a las prostitutas; y la otra, es multiplicarlo hasta el infinito, porque si ahora “todos somos mujeres”, ya no hay diferencias.

Molina Petit fue la protagonista hace unos días del ciclo ‘Más que musas’ de la Casa -Museo León y Castillo de Telde, entre otras cuestiones por su amplia trayectoria en el movimiento feminista, es muy crítica con varios asuntos que envuelven al feminismo en los últimos años. Asegura que hay odio contra este movimiento porque a cada avance que realizan las mujeres, siempre hay una reacción, y ahora el avance fue el ‘Me Too’.

“Hay una enorme marea en contra y como no se puede hacer diciendo que las mujeres son inferiores, se les ataca diciendo que todas son mujeres” y lamenta que todo lo femenino se nombre de otra manera, lo que ayuda a borrarlo. Como ejemplo, asegura que ahora no se dice leche materna, sino leche humana, y que la menstruación la puede tener cualquiera.

Y en este sentido, es crítica con la decisión de haber cambiado el nombre del Instituto Canario de la Mujer a Instituto Canario de la Igualdad. “Yo, como filósofa, lo rechazo absolutamente. ¿Es igualdad respecto a qué? ¿De los pobres con los ricos, de los hombres con las mujeres, de las niñas con los niños, de los gordos con los flacos, de los inmigrantes con los otros?”, se cuestiona al tiempo que aclara que igualdad es un término que es relativo. “Quieren ser políticamente correctos, pero es una tontería”, asegura. Lo mismo opina de la palabra diversidad, ya que considera que no todo lo que es diverso es de por sí algo bueno.

En cuanto al lenguaje inclusivo asegura que le interesa cuando se trata de nombrar profesiones, porque parece que está mal decir presidenta, pero sí sirvienta, ironiza. Pero no está de acuerdo cuando se nombra a objetos, porque que algo se llame “enchufe o enchufa, silla o sillo”, le da igual.

El ‘todas, todos y todes’ lo califica de otra “tontería”, además de algo vano y vacío. “Es una deriva que empezamos nosotras porque en lugar de decir feminismo dijimos género, porque no sabíamos a dónde iba a llegar esto”, asegura y entona el ‘mea culpa’ por la parte que le toca. “Yo avisé que esto podía tener una deriva, pero no se me ocurrió que tanto”, agrega y recuerda que ya escribió el artículo ‘Lo que explica y lo que complica el género en la teoría feminista’ sobre este tema. Lamenta, por tanto, que se haya borrado la palabra mujer para decir género y que ahora todo lo que signifique femenino parece que molesta.

También califica de “disparate” la Ley Trans, que impulsa Unidas Podemos, porque va en contra de la intuición y el sentido común, y porque no ayuda a los trans. “Si yo digo que soy mujer con bigote y pene, va en contra del sentido común y es tan disparatado que ya hay lugares, como el Reino Unido, que están volviendo para atrás, porque si no hay mujeres ya no hay lucha feminista. Si todo el mundo puede ser mujer, no hay mujeres. Si todo el mundo es artista, no hay artista”, asegura.

Y apoya lo que dijo la escritora J. K. Rowling, que fue acusada de tránsfoba por disentir de la expresión ‘la gente que menstrúa’. “La prueba de que los transgéneros son hombres es por cómo atacan a las mujeres, es la misma homofobia que muestran ellos toda su vida, las mismas palabras soeces. Ese ataque brutal y esa violencia, se nota. Ese señor que dice ‘yo soy mujer’ sigue siendo un hombre educado y socializado como hombre”, asegura. En su opinión “quieren estar en nuestros espacios para aprovecharse”.

En este sentido, pone como ejemplo el deporte si aceptan que los transgéneros puedan competir como mujer. “Si eso pasa, desaparecerá el deporte femenino de equipo, porque elegirán a trans porque son más fuertes”, detalla.

También asegura que no puede haber un hombre embarazado, como se nombró a Rubén Castro, el hombre trans que dio a luz en España a principio de este mes. “Si tú niegas que los hechos existen, es la mayor tontería del mundo. Si pares y das a luz eres una hembra, y si te estabas hormonando, lo dejaste de hacer. Si es blanco y en botella, es leche, y si tiene pico y dos patas, es pájaro, no puede ser un elefante”, asegura. 

En la misma línea crítica califica de “chorrada” la petición de eliminar el beso del príncipe a Blancanieves de una atracción de Disney por no ser consensuado. “Hay unas prioridades, yo comprendo que el mundo simbólico es importante, como que en las películas las mujeres sean las que se caigan y los hombres las salven, pero esto no tiene ninguna importancia. Es desviar la atención cuando hay mujeres a las que las están matando”.

Cristina Molina entiende que se ha llegado a este tipo de peticiones para ridiculizar al movimiento feminista. “Otro método muy bueno para borrar las cosas es ridiculizarlas y vanalizarlas. Es una reacción del sistema para ridiculizar”, resume.

Una educación sentimental realista

Si tuviese que dar un consejo a las jóvenes, les pide que tengan una educación sentimental realista porque los chicos se forman sexualmente en la pornografía. “Tienen que saber que no pueden acceder a que las traten como actrices pornográficas, los chicos también deberían tener formación, pero les digo que no accedan, que hagan lo que les guste y les vaya bien, no lo que a ellos les guste o les digan. No cambien sexo por amor, porque no funciona”, asegura.

También les dice que tienen que saber que están en un mundo machista, educado sentimentalmente en la pornografía y que no tienen que sacrificarse, tienen que defenderse, incluso físicamente si fuese necesario. Les pide que se sigan formando y buscando la excelencia y les especifica que no hay medias naranjas y que no esperen tanto del amor, que lo importante es dar el amor en las condiciones que ellas quieran y no en las condiciones que ellos pidan.

Opina también que los chichos deberían hacer una educación sentimental porque incluso hay muchos que no aguantan el rol de varón, y que si tienen que trabajar en las nuevas masculinidades, que se lo trabajen ellos, porque las mujeres “no vamos a estar cuidando a todo el mundo siempre”.

“Nosotras estamos para luchar contra la discriminación de las mujeres, y es mucho trabajo ya, no nos pongan otras luchas, no caben. En mi paraguas ya no cabe más gente. No somos las salvadoras de la humanidad, no vamos a estar, además de cuidando niños también cuidando a la humanidad. Tenemos una lucha definida y es la de igualdad y dignidad de las mujeres”, explica. 

Molina Petit reconoce que es una feminista tardía, ya que el movimiento lo descubrió cuando estaba en Nueva York, en la década de los ochenta. Lo conoció tras hacer un curso de posgrado sobre educación de adultos en la Universidad de Columbia. En ese momento se dio cuenta de cómo la mujer no podía educarse ni trabajar a lo largo de su vida porque tenía que retirarse a cuidar hijos, padres, abuelos, maridos y nietos, a diferencia de los hombres que podían dedicarse toda su vida a trabajar. Y comenzó a investigar sobre el sesgo feminista y lo vio claro.

Recuerda que en ese entonces no había tanto rechazo al feminismo porque detrás de él había gente muy preparada, una cuestión que echa de menos en la actualidad. Y para hacer una tesis sobre filosofía feminista buscó a las mejores y así conoció a Celia Amorós, con la que participó durante años en el Seminario Permanente Ilustración y Feminismo que dirigió Amorós durante casi veinte años y que estaba organizado por el Instituto de Investigaciones Feministas de la Complutense.

En este sentido, lamenta que la gente joven no consulte a las personas que, como ella, llevan muchos años en este movimiento, para que aprovechen lo que han aprendido y para que no caigan en los errores que ellas cayeron.

Además de su activismo e investigación sobre el feminismo, Molina Petit se ha dedicado a la docencia y al periodismo. Sobre esta última profesión, que comenzó a desempeñar en los ochenta en Nueva York como redactora de la agencia de noticias Interpress en su sede de las Naciones Unidas, sostiene que le da mucha pena ver cómo la gente ahora no lee y que destaquen los grandes titulares. También echa de menos columnas de opinión de mujeres, porque hay pocas, y lamenta la proliferación de las noticias falsas, las conocidas como ‘fake news’, y que los grandes medios se alinean con ciertas ideologías, lo que le ha llevado a borrarse de varias suscripciones de periódicos.

Trayectoria Molina Petit

Cristina Molina Petit nació en Gran Canaria y es Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Tiene cursos de postgrado sobre Educación de Adultos en la Universidad de Columbia en Nueva York. Allí también trabajó en la agencia de noticias Interpress en su sede de las Naciones Unidas, agencia especializada en la elaboración, emisión y venta de noticias del sur para el sur. El periodismo ha sido también una de sus actividades mas queridas, colaborando normalmente en la prensa local, tanto en La Provincia como en el Canarias7, ya sea desde Nueva York, en la década de los 80, como cuando regresó España.

Desde que acabó la carrera de Filosofía y Letras (especialidad Filosofía) ha trabajado en la Complutense como profesora de Lógica e Historia de la Filosofía y más tarde, en la ETSA de Madrid como profesora de Estética y Composición. Allí también estaba encargada de la sala de exposiciones de la Escuela de Arquitectura que usó para la promoción de varios artistas.

Además, Molina Petit pertenece al Instituto de Investigaciones Feministas de la Complutense, tomando parte en sus actividades y cursos como el conocido Seminario Permanente Ilustración y Feminismo que dirigió Celia Amorós durante casi veinte años, así como el curso de Historia de la Teoría Feminista.